Me acorralaste. Me olvidaste pero sin liberarme.
Me invisibilizaste. Me importaste.
Me ocupaste. Me preocupaste.
Me invadiste.
Me agotaste.
Me desesperanzaste.
Me dejaste sola, me envolviste en soledad.
Inútil, estúpida, paradójica, mi intención hacia ti. Estúpida mi atadura. Estúpida la cuerda que yo dejo sobre mis alas. Si vos, en relación a mi respiración, no sos, no estás, no contás. Y aún así invadís, ignorando.
Vos no sos quien va a estar en mi felicidad. No elegiste estar ahí. Yo no puedo elegir quedarme.
Me ataste, me impediste, me callaste, me destrozaste, me quisiste mal. Me quisiste bien. Me pudriste. Me dejaste sin alma. Pasiva, invisible, perdida, guardada... oculta, esperando.
Voy a vivir por mí, sin transparentarme en tu aplastante forma de amor.
Mi cuarto no es mi cuarto aquí. Pero las páginas de mi mente, ésas no puedes leerlas. Las páginas de mi vida, viajan muy lejos de este hogar.
Se va a terminar, se va a terminar, antes o después se va a terminar. ¡Antes! Lo juro. Va a llegar. Y va a haber pasado NO TAN lento, no tanto. Va a a llegar. Va a llegar el momento y todavía va a ser a tiempo. Voy a sonreír, voy a derramar un par de lágrimas. Y me voy a ir, me voy a ir...
Antes o después de aprobar, me voy a ir. Ni siquiera el estudio me ata. Me voy a ir, realmente me voy a ir. Me voy a ir, y bien. Me voy a ir porque es posible.
Me quiero ir pronto... Mientras tanto, que no me gane el ruido intrusivo. Mientras tanto espacio, mientras tanto aire. Mientras tanto, mis herramientas afuera, mi hogar afuera, mi hogar en el mundo... aunque algunos atardeceres me reconduzcan aquí.